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LA INFLACIÓN LLEGA AL 100% EN LOS PRIMEROS 3 MESES DE LA ERA MILEI

La gestión económica liderada por Javier Milei se enfrenta a una inflación acumulada que roza el 100%. Las políticas implementadas, bajo el signo de la licuadora, afectan a la vida cotidiana de los argentinos, cuya capacidad de consumo viene en caída libre.

La inflación acumulada desde el inicio de la gestión de Javier Milei ya se aproxima a los tres dígitos. El próximo viernes, el INDEC dará a conocer su índice de precios al consumidor correspondiente al mes de marzo, que se estima cercano al 12% según proyecciones privadas, aunque en el Ministerio de Economía mantienen la esperanza de que sea menor.

Si este número se suma a la acumulación del período diciembre-febrero, el total rondaría el 92%. Los recientes aumentos en tarifas y otros servicios a partir del 1 de abril (que se reflejarán en el índice elaborado a principios de mayo) indican que la barrera del 100% en solo cuatro meses ya se ha superado.

Sería simplista atribuirle toda la responsabilidad de este fenómeno a Milei en un país como Argentina, que ha experimentado dos hiperinflaciones y significativas fluctuaciones en los últimos 35 años. Sin embargo, sería igualmente insensato ignorar la influencia de la subida del 118% en el valor del dólar al comienzo de la gestión de Luis Caputo como ministro de Economía. Hasta la fecha, casi la totalidad de ese aumento del dólar se ha trasladado a los precios internos.

Incluso antes de que se materializara el ajuste en el tipo de cambio, este efecto (conocido como pass-through) era anticipado y reconocido por todos. Había un precedente muy reciente; en agosto del año pasado, el entonces ministro Sergio Massa devaluó un 22%, lo que duplicó el ritmo de la inflación, perdiendo el efecto real en el valor del dólar en apenas dos meses.

Efectos en la economía real

La devaluación de diciembre desencadenó una reconfiguración de precios relativos. Los alimentos y los insumos industriales esenciales (desde energía hasta chapa y acero, pasando por vidrio y productos químicos) se dispararon, mientras que los salarios quedaron rezagados, tanto por la dinámica de las paritarias, que requieren un proceso de negociación que lleva semanas (y hasta meses, como en el caso de los trabajadores de prensa), como por la firme decisión gubernamental de no autorizar incrementos más allá de cierto límite. Como resultado, la caída salarial en los primeros dos meses de 2024 fue estimada en un 20,7% por la CTA Autónoma, situándose al nivel de la crisis de 2001/2002.

Ante la disminución del poder adquisitivo de los consumidores, la actividad económica se contrajo drásticamente. Las ventas minoristas cayeron un 25,5% interanual, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). La venta de insumos para la construcción declinó un 26,6% en febrero, según las firmas del sector agrupadas en el Grupo Construya. En el sector alimentario, el consumo de carne alcanzó su mínimo histórico de 44 kilos anuales por habitante, mientras que el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) reportó una disminución en el volumen de ventas del 17,3% interanual, con un máximo del 48,6% en el rubro de postres y flanes. Como en tiempos de guerra, el consumo de alimentos básicos pasó a ser un lujo para la población.

Estos elementos provocarían la renuncia de cualquier ministro de Economía. Sin embargo, en el gobierno se muestran cómodos con la presencia de Caputo, cuyo poder en el gabinete se ha fortalecido con la designación de su socio en el sector privado, Santiago Bausili, en el Banco Central, y con la absorción de varias dependencias que antes formaban parte del disuelto Ministerio de Infraestructura.

A gusto del gobierno

¿Le agrada al gobierno un shock inflacionario de tal magnitud? Una pista sobre el tema la dio Milei en una reciente entrevista con la agencia de noticias Bloomberg, en la que reiteró su convicción de que, siendo un fenómeno principalmente monetario (según la visión categórica del presidente), la prioridad de la economía debe ser la normalización del balance del Banco Central.

“Primero tengo que sanear el Banco Central”, dijo Milei al periodista John Micklethwait. “Cuando el Banco Central está en quiebra, los pasivos monetarios superan a los activos y eso se corrige con un nivel de precios más alto para liquidar esos pasivos”, afirmó. En otras palabras, cuanta más inflación, mejor para los planes del presidente.

La subida de precios también beneficia al “efecto licuadora” que impulsa Caputo desde el Ministerio de Economía. Según cálculos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), gracias a la actualización por debajo del ritmo de la inflación, el ex funcionario del gobierno anterior logró ahorrarse durante enero y febrero $ 1,8 billones en pagos a jubilados y $ 385.000 millones en salarios estatales. Esta fue la principal razón del superávit fiscal de estos meses.

Como en un juego de policía malo-policía bueno, Caputo (en contacto diario con el jefe de Estado) se esfuerza por pintar perspectivas más positivas a corto plazo. El último viernes, en una entrevista televisiva, pronosticó que el índice de marzo rondará el 10%, un par de puntos por debajo del consenso de la mayoría de las consultoras privadas. “La inflación está colapsando”, dijo, intentando construir su propia narrativa. También señaló que la inflación núcleo (la de los bienes no estacionales ni sujetos a regulaciones) ya está en un solo dígito.

En un esfuerzo por reducir el índice, Caputo recurre a herramientas más convencionales, como si la subida de precios no estuviera tan relacionada con la emisión monetaria que su jefe critica, sino con la acción de algunos formadores de precios. Para ello, ha impulsado la apertura de importaciones de productos básicos (cuya contribución a la reducción de precios por ahora es marginal) y ha hecho publicidad en sus redes sociales de un supermercado que ha reducido los precios de su marca propia, una maniobra de marketing que busca ganar cuota de mercado a expensas de otros competidores.

El ministro también criticó a algunos fabricantes por proyectar sus precios asumiendo que el dólar se dispararía a 2000 pesos en el corto plazo. Además, envió un mensaje a las empresas de medicina prepaga, que han incrementado fuertemente sus márgenes después del decreto que desreguló la actividad. “Se han pasado de la raya. Me molestó”, dijo, advirtiendo así que para este gobierno la libertad irrestricta del mercado puede no serlo tanto.

Los perdedores

En medio de este panorama, una gran parte de la población ha visto deteriorarse su calidad de vida. Si bien las estadísticas oficiales no se actualizan al ritmo al que avanzan los recortes presupuestarios, reflejan un declive en los estándares sociales. Por eso, esta semana, el Fondo Monetario Internacional, a través de su portavoz Julie Kozack, pidió “pragmatismo para lograr acuerdos sociales y políticos” que permitan mantener el ritmo de las reformas económicas.

Las cifras pintan un panorama de cambios. En el último trimestre de 2023, la pobreza afectó al 41,7% de la población, según estimaciones del INDEC. En particular, en la Ciudad de Buenos Aires, el distrito más rico del país, la pobreza alcanzó el 30,1% en el cuarto trimestre, ocho puntos más que un año antes. Gran parte de este aumento fue a expensas de la clase media, que en 2015, al inicio de la serie estadística elaborada por el gobierno porteño, abarcaba al 51,8% de la población y ahora solo representa al 40,7%. La pregunta es hasta dónde aguantará el tejido social este declive y qué tan graves son estas cifras ahora que la inflación durante la era Milei ya roza el 100 por ciento.

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